Quantumania: todo lo malo de Marvel en una película

Marvel cambió la industria del cine a base de puros taquillazos. Una teleserie eterna, en que cada capítulo se vende como algo “fundamental” para entender o disfrutar lo que sigue. Y si bien ese espíritu, calcado de la industria de los comics, fue divertido y nos entregó un puñado de interesantes películas de superhéroes, ha llegado a un punto en que tienen tan comprada a la audiencia que ya no se esfuerzan en crear algo medianamente interesante.

Para el estudio solo basta una pantalla verde, copiar descaradamente a Duna y Star Wars, presentar diálogos creados por algoritmos y contar con la permisividad de un público que ya no ve películas, solo ve Marvel. El resultado de todo esto es desastroso, por mucho que los fanáticos se quieran auto convener (y de paso convencer a otros) de que esta “cosa” es una maravilla moderna del séptimo arte.

Ant-Man and The Wasp: Quantumania, dirigida por Peyton Reed, condensa en eternas dos horas todo lo malo de Marvel. Historias genéricas, personajes planos, humor forzado y una falta de creatividad alarmante. Se supone que esto debería ser, al menos divertido, pero todo es tan predecible que pierde toda gracia. Y si no se es capaz de sorprender desde la historia, al menos tratar de maravillar con la puesta en escena de este nuevo universo denominado reino cuántico. Pero no, es una gran pantalla verde que no presenta ni un solo modelo, paisaje o diseño que sea recordable o valga la pena destacar.

Después de ver la película se comprende esas primeras impresiones que la comparaban con Star Wars. Lo cierto es que existe una copia burda y descarada a la creación de George Lucas y lo que hizo Denis Villeneuve con Duna en tiempos más recientes. No es inspiración, es robo. Naves que parecieran copiadas de las mesas de diseño de Lucasfilm, poniendo en pantalla un refrito lastimoso de la rebelión contra el imperio. Pero claro, todo en un mal rollo. Si algo hizo un éxito la saga galáctica fue la innovación en la narrativa audiovisual (no, no le pedimos eso a Ant Man), y el desarrollo de personajes, arquetipos queribles por los que la audiencia se preocupa e identifica (eso es lo menos que se le puede pedir a un film de súper héroes). Acá no hay nada de eso.

En cuanto a los actores, podrían haber sido reemplazados por entes robóticos y el resultado sería el mismo. Da vergüenza ajena y pena ver a Michael Douglas como Hank Pym y a Michelle Pfeiffer como Janet Van Dyne. El primero en evidente piloto automático y la segunda tratando de hacer lo posible con un guion que no tiene sentido alguno. La aparición de Bill Murray es simplemente estúpida y Evangeline Lilly como The Wasp es intrascendente y no se explica por ningún lado que aparezca en el título del film. Paul Rudd como Scott Lang trata de mantener algo de la esencia del personaje, pero la química que tiene con Kathryn Newton, que interpreta a su hija Cassie Lang es inexistente.

¿Quedan cosas malas por decir? Claro que sí.

Hablemos de Kang y MODOK

En general críticos existe un consenso de que Jonathan Mayors es un excelente Kang, el nuevo gran villano del universo Marvel. No cabe duda que el actor cumple y su actuación es por lejos lo mejor de la película. Pero la buena performance no deja ver el verdadero problema: Kang en esta película está desperdiciado.

La mejor forma de presentar a una gran amenaza es hacerlo lentamente, tal como se hizo con Thanos. La sobre exposición no solo le quita dramatismo, sino que afecta la historia ya que no se percibe como una gran amenaza. Otro gran problema de Ant-Man (¿cuántos llevamos ya?) es que no transmite peligro.

Si este es el gran villano, la verdad es que me puedo ir a dormir tranquilo porque estamos a salvo. Una hormiga le puede patear el trasero sin problema.

Y hablando de villanos, aquí se nos presenta a MODOK, merecedor del premio al diseño más atroz que he visto en un film de Marvel. Su cara es, sencillamente, el rostro estirado con Paint del actor Corey Stoll. Aunque nunca ha sido uno de las grandes creaciones de Marvel en los comics, el tratamiento otorgado en este film es irrisorio. Un chiste involuntario.

El problema con la escala

Esto ya se mencionó al analizar Eternals: después de Endgame a Kevin Feige, mandamás de Marvel, le dio un ataque de Michael Bay que lo lleva a querer explotar todo, en tono multiversal. Todas las películas, todas las historias, tienen un componente apocalíptico en que el destino del universo está en juego. En Eternals eran los celestiales en donde el planeta iba a estallar pariendo a una entidad enorme. En el caso de Quantumania, la destrucción del reino cuántico y de nuestra realidad una vez más está patente.

Hay un problema de escala, ya se llegó al límite de que tan grande puede ser la amenaza. Si en cada película o serie todo puede arder en llamas para que en un par de minutos y producto de una genialidad random todo se resuelva convenientemente para crear otra amenaza en la siguiente película…¿debemos seguir temiendo por eso? ¿Debemos sorprendernos?

La saga del infinito se compone de veinte películas, y solo en los grandes eventos que involucraban a los Avengers el peligro de destrucción total era inminente. Eso logró que en este universo fantástico la gran historia sea creíble. No me puedo creer que el fin del mundo está a la vuelta de la esquina siempre.

Y están las audiencias

Que la tercera película de Ant-Man sea mala no debería ser un problema. Incluso es inofensivo, no importa. Existen y existirán malas películas siempre. El problema mayor son las audiencias, sobre todo las nuevas, que creen que este producto es bueno.

Mientras se desarrollaba el insípido tercer acto del film, en mi mente resonaban las palabras de Quentin Tarantino, que compartió una conversación que tuvo con un adolescente de quince años, el que señalaba que su principal referente en el cine era Iron Man. Para este chico, la primera película del Universo Marvel era “El Padrino”, “Taxi Driver” o sin salirse en demasía del género, su “Star Wars”.

Y ese es el conflicto y la verdadera pelea. ¿Qué tipo de público ha creado Marvel con su cine? ¿Qué tipo de audiencia tenemos que es capaz de entregarle su más irrestricto apoyo a un film que no tiene nada de bueno o memorable, más allá de formar parte de una marca?

Llevada al extremo, la “marvelización” del cine es el gran veneno del séptimo arte, y Quantumania es su versión más tosca e inverosímil. Y tal como dijo Tarantino, “Realmente no hay mucho espacio para nada más. Ese es mi problema”.

Ant-Man an The Wasp: Quantumania. Año: 2022. Director: Peyton Reed. Elenco: Paul Rudd, Michael Douglas, Michelle Pfeiffer, Jonathan Mayors, Kathryn Newton. Duración: 125 eternos minutos.

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