Uno de los aspectos más llamativos de la primera Avengers (2012), fue que se sentía como un gran evento. Un espectáculo cinematográfico imperdible. Ya con el negocio consolidado, Marvel Studios serializó de tal forma sus sagas que a pesar de su innegable éxito, todo se sentía repetido. La “fórmula” se percibía y ni grandes crossovers como Civil War (2016) lograban generar esa sensación de estar frente a un hito relevante, grandioso. Hasta ahora, que Infinity War se corona como la película de superhéroes más grande de la historia.
Más que una tercera entrega de la saga de Avengers, Infinity War es la secuela de todas las películas del Universo Cinematográfico de Marvel –el conocido MCU-. Todo lo que comenzó brillantemente con Iron Man y la olvidada The Incredible Hulk con Edward Norton el 2008, concluye aquí. La cinta dirigida por Joe y Anthony Russo marca desde los primeros minutos que se trata de algo definitivo. Lo que ocurre acá no tiene vuelta atrás, y marca el fin de una era para la industria.
Para todos quienes han seguido religiosamente la saga Marvel, compuesta a estas alturas de una veintena de películas, no es ningún misterio de que trata este nuevo capítulo. Es la invasión final del gran villano de este universo, mostrado en pequeños cameos, pero siempre presente como una entidad de poder descomunal que tenía un plan propio de dominio universal. Si, universal, ya que a pesar del protagonismo de los héroes terrestres, la devastación amenaza con afectar a la realidad completa. Todo cortesía de Thanos y las seis gemas de poder que busca sin descanso y que le permitirá equilibrar el universo a través de un sacrificio supremo.
Los hermanos Russo avanzan en la trama de manera efectiva, uniendo hábilmente tres historias que ocurren de forma paralela pero en puntos distantes. Infinity War puede considerarse como tres películas en una, con diversos protagonistas. Thor y los Guardianes de la Galaxia retoman la historia desde donde la dejó Thor Ragnarok, Iron Man junto a Strange y Spiderman son quienes se enfrentan por primera vez a la amenaza extraterrestre y planean un contraataque único. Finalmente el Capitán América, Hulk y Black Panther organizan la resistencia desde la moderna Wakanda.
Infinity War es, después de la propia Iron Man y la excelente Capitán América y el Soldado del Invierno, el film Marvel que más riesgos narrativos toma. Riesgos calculados, muy cierto, pero decisiones creativas que llaman la atención. Si bien no deja de lado el humor, esta es la cinta más oscura de la saga. La sensación de debacle y derrota queda patente desde muy temprano, y no abandona nunca más al espectador. Existe un equilibrio entre las risas y la desazón, que acrecientan lo explicado al inicio: este es el evento final y el cierre de una era.
Existen elementos en la historia que no cuajan. Es difícil explicar que en momentos de horror absoluto, aparezca el chiste infantil de quinceañero, o que a pesar de la devastación brutal que se muestra en ciertos puntos de la tierra, no existan consecuencias más palpables. Un ejemplo: dos personajes pasean por las calles de Escocia, que se ve increíblemente apacible a pesar de que horas antes una inmensa nave espacial había asolado a Nueva York. Y así existen otros instantes que atentan contra el sentido de urgencia y apocalíptico que la película nos quiere mostrar. La misma intensidad del relato disfraza estas incoherencias, pero no las borran del todo.
El resto de los elementos del film es el nivel al que ya nos tiene acostumbrado Marvel. Los diálogos, las actuaciones, la música y la paleta de colores. Todo es tan familiar que ya no resiste mayor análisis. Kevin Feige, el verdadero cerebro tras la veintena de películas de este universo, deja sentir su mano con fuerza. Aquí lo que prevalece es la cohesión, que todo se vea igual, que siga un mismo ritmo, que sea un episodio más de la historia. El camino escogido el 2008 mantendrá su curso hasta el final. Y los hermanos Russo y el elenco completo sirven de forma impecable a esa visión.
Se puede discutir en extenso el daño que ha generado la fórmula Marvel al cine de entretenimiento y de autor en los últimos años. Pero no se puede negar que en su propio universo y en sus propias reglas, Infinity War funciona impecablemente. No decae, entretiene y por momentos llega a emocionar por los niveles abrumadores de adrenalina que genera. Es, en definitiva, el blockbuster definitivo.
El nuevo episodio de Avengers viene a revitalizar una saga que si bien en lo económico no decae, si lo hacía desde el punto de vista cinematográfico. La repetición excesiva de la fórmula Marvel comenzaba a mostrar signos de desgaste evidentes. La sorpresa, la novedad, el riesgo narrativo habían desaparecido y parecía que no volverían. Y es ese el principal valor de esta película, que si bien no traiciona sus esquemas, se atreve –quizás obligado por el término de contrato de sus estrellas- a ir un poco más allá. Tan solo un poco, pero suficiente para cumplir de forma satisfactoria.
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