El triángulo de la tristeza: una sátira de la lucha de clases

El triángulo de la tristeza del director Ruben Öslund se suma a la lista de películas que critica el mundo de opulencia y desconexión de las elites a través del humor negro y la sátira. Y en ese ámbito, la cinta del sueco es la más lograda pero al mismo tiempo la menos amable con el espectador común. Si, es de esas películas lentas y ambiguas que tanto hate generan entre quienes piensan que la función primordial del séptimo arte es entretener. Lo de Öslund pretende remecer, impactar y desafiar la comodidad de la audiencia, y al menos en dos tercios del film lo logra con creces.

La historia sigue a una pareja de modelos e influencers que son invitados a un yate de lujo por el que desfilan personajes variopintos que dan rienda suelta a sus excentricidades de ricos. No obstante, estas plácidas y lujosas vacaciones, toman un giro inesperado cuando un suceso sacuda sus acomodadas vidas. El prólogo se burla de la belleza y de la realidad falsa que traen consigo las redes sociales, en donde no hay espacio para nada que no sea felicidad pura y éxito constante. Esto sienta las bases para la segunda parte, en el crucero, en donde el realizador recrea de manera muy efectiva la lucha de clases en un medio capitalista, llegando finalmente a una involución y cambio de roles.

Karl Marx, citado en varias ocasiones durante el film, señala que “La desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas”. Esta es la premisa que Östlund toma como base para armar su puzzle narrativo. Directo como un gancho a la mandíbula, para el sueco no hay espacio para la sutileza en su obra, como tampoco lo hay en el mundo real, tal y como él lo comprende. En en esta fase en donde El triángulo de la tristeza alcanza sus mejores momentos y alcanza su su cénit en la escatológica secuencia de la cena.

Es el último acto, el de la deconstrucción social, el que se hace más denso y difícil de seguir. Después de refregar durante casi dos horas la critica social en la cara del espectador, el director le pide aún más para llevarlo a un cierre que se hace algo cansino y repetitivo. El cambio de roles de los protagonistas (no se pude profundizar más sin dar spoilers) simplemente subraya lo que no es necesario resaltar. La humillación a la elite ya estaba servida y fue consumida con celeridad, el tercer plato solamente satura.

Woody Harrelson tiene un breve papel haciendo del capitán de barco, un tipo marxista y alcohólico con sentimiento de culpa ante la necesidad de “tener cosas”. Su discusión con un empresario ruso capitalista y admirador de Ronald Reagan es tal vez el momento que mejor refleja el espíritu del film: mientras reina el caos ambos personajes discuten sobre sus respectivas ideologías. Como ya se mencionó, esta sátira de sutil no tiene nada.

El triángulo de la tristeza es provocadora y esconde una visión muy pesimista sobre el futuro de la sociedad occidental. Lo que vemos en pantalla no es grato, pero es mucho más real y sincero que la realidad virtual de Instagram en que todo está bien y es perfecto.

El triángulo de la tristeza ya se encuentra disponible en Amazon Prime Video y es una de las diez nominadas a los Oscar 2023.

Triangle of Sadness. Dirección: Ruben Östlund Reparto: Harris Dickinson, Charlbi Dean, Zlatko Buric, Dolly De Leon, Woody Harrelson. País: Suecia. Año: 2022. Género: Sátira. Guion: Ruben Östlund. Duración: 149 min.

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