Lo he dicho en varias oportunidades. Más allá de sus malos o buenos resultados, la estrategia Disney de recrear sus clásicos animados en live-action es más que nada un truco sucio para profitar con la nostalgia, parándose sobre los hombros de los creadores de las obras originales. El Rey León no se escapa a eso, aunque es sin duda el remake más polémico. Porque este no es un live-action, es una nueva película animada, ya que en ella casi nada es real.
Jon Favreau, el nuevo niño mimado de Disney, es el responsable de dirigir esta extraña versión. La historia y las canciones son las mismas, por lo que se entiende de antemano que en términos de creatividad este rey león no tiene absolutamente nada que aportar. Cero riesgo artístico, cero riesgo en la dirección. Este es un producto que no tiene otro objetivo que copiar un film amado por casi todo el mundo, maquillarlo y venderlo como algo nuevo. Y de nuevo no tiene nada.
La gran estrella y lo que en lo personal más me llamaba la atención era el uso de animación estilo foto realista. La tecnología existe hace rato, pero llegar a estos niveles de detalle requieren de gran inversión y no todos los proyectos lo valen en términos de mercado. Pero como Disney juega a lo seguro, puso toda la carne en la parrilla para esta versión.
Una de las cualidades y ventajas de la animación tradicional es su capacidad de humanizar personajes que no lo son. Una taza, un ratón y hasta un jabalí son capaces de expresar emociones y conectar con la audiencia. El estilo foto realista de Favreau se olvida de aquello. Es cierto, se vuelve casi imposible distinguir un animal real de uno digital…hasta que hablan. Y lo hacen sin expresión, moviendo el hocico de un modo tan antinatural que le recuerda a tu cerebro que están viendo una película. Eso no es bueno para la narrativa y el juego de la inmersión que siempre nos propone el séptimo arte.
La consecuencia de esto es que El Rey León versión 2019 tiene menos impacto y resulta mucho menos interesante que el material original, ese que no tenía desperdicio y que ha envejecido de forma notable. Es precisamente una de las cosas buenas de este remake y en general de toda la política de negocios de Disney, que incluye a Star Wars. Cada lanzamiento nos hace valorar aún más las obras maestras del pasado.
Evaluar música o banda sonora no tiene mucho sentido en esta caso. Es prácticamente lo mismo, siendo las piezas nuevas efectivas pero para nada recordables.
En una época en que el público se polariza y lamentablemente tiende a conformarse con los estándares más bajos, puede que una crítica sobre El Rey León no tenga mucho sentido. Ya desde su concepción, gran parte de la gente decidió amarla y decidió que se emocionaría con esta nueva apuesta. Y ningún argumento hará que cambien de opinión. Sin embargo siempre es bueno el ejercicio de analizar y criticar una película, al menos para estimular algo la materia gris.
El Rey León probablemente conformará a gran parte de la audiencia. Pero eso no evita que esta película sea un nuevo y preocupante signo de los nuevos tiempos del cine comercial, uno sin ideas y controlado por una corporación que no tiene mucho respeto por el espectador y menos por su propio legado.
[…] Sueño (por acá la reseña), Hombres de Negro Internacional (aquí puede leer), El Rey León (por acá) y por supuesto The Rise of Skywalker (lea […]
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