La Casa de Gucci

Ridley Scott tardó 15 años en llevar a cabo su proyecto de La Casa de Gucci, que inicialmente sería estelarizado por Angelina Jolie y Leonardo Di Caprio en los roles de Patrizia Reggiani y Maurizio Gucci, protagonistas de una tragedia por casi todos conocida. Finalmente los roles recayeron en Lady Gaga y Adam Driver, principal soporte de este film inspirado en la vida real pero que por momentos parece una caricatura o una teleserie venezolana de media tarde.

La cinta es un drama criminal que gira en torno al asesinato, en 1995, de Maurizio Gucci, nieto del fundador del imperio de la moda. Su ex mujer, Patrizzia Reggiani, fue quien preparó el ataque, hecho que la llevó a ser conocida como la viuda negra de Italia. El guion toma como base el libro de Sara Gay Forden, publicado en 2001, ‘The House of Gucci: A Sensational Story of Murder, Madness, Glamour, and Greed’.

Scott, un narrador de oficio que desde su debut con Los Duelistas en la década de los 70 ha tenido pocos momentos bajos en su carrera, en donde destacan cintas como Alien, Blade Runner y Gladiador, opta por relatarnos esta historia profundizando en excesos y contrastes. El film parte con un tono apasionado, novelesco, para transformarse en algo mucho más oscuro y desagradable. Pareciera que el realizar, en su afán de resaltar la banalidad e incluso la vulgaridad existente al interior de una familia cuyo nombre es reconocido por ser un icono de la moda, opta por caricaturizar a personajes de la vida real.

Jared Leto, como Paolo Gucci (el tipo sin talento de la familia) nos presenta una actuación estridente, que raya en lo poco creíble. Caso similar es el de Al Pacino como su padre Aldo Gucci, que al parecer no tuvo ningún contrapeso por parte del director al representar su papel. El contraste son Jeremy Irons como Rodolfo Gucci y Adam Driver, con interpretaciones menos coloridas y más cercanas a lo que podríamos considerar “la realidad”, si es que aquello existe al analizar la vida de una familia como los Gucci que pasaron de criar vacas a la vida multimillonaria.

En medio de todo destaca Lady Gaga, con una performance que marca el equilibrio que permite al espectador romper con la credibilidad del relato. Su historia es la que marca la línea, los ritmos, del filme e impide que caiga en el terreno de la sátira. Hay una fina línea entre lo divertido y lo absurdo, y La Casa de Gucci camina por ese precipicio durante gran parte del metraje.

Los grandes detalles de la historia son públicos, por lo que Scott no tiene interés en profundizar mucho en ellos. Se concentra en los detalles de ambiente, de miseria y como mencione en un principio, los siempre bien evaluados cahuines: ¿quién traiciona a quién?, ¿cómo se echa a perder una empresa familiar, un estilo, una moral?, ¿era Patrizia una trepadorta, una intrigante, una víctima?, ¿qué pinta realmente en el drama el grotesco personaje de Salma Hayek?

Esta narrativa le permite mantener la intriga y el interés del relato por más de dos horas y media, cosa que en estos tiempos tiene mucho valor. Después de todo, a sus 84 años sigue siendo uno de los realizadores con mayor oficio en el negocio del séptimo arte.

Título original: House of Gucci

Año: 2021

Duración: 157 min.

País: Estados Unidos

Dirección: Ridley Scott

Guion: Roberto Bentivegna, Becky Johnson. Libro: Sara Gay Forden. Historia: Becky Johnston

Música: Harry Gregson-Williams

Fotografía: Dariusz Wolski

Reparto: Lady Gaga, Adam Driver, Al Pacino, Jeremy Irons, Jared Leto, Salma Hayek, Jack Huston, Alexia Murray, Vincent Riotta, Reeve Carney, Gaetano Bruno, Camille Cottin, Youssef Kerkour,

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