
Existe una conexión poco conocida entre el clásico religioso Jesús de Nazaret de Franco Zeffirelli y La vida de Brian, una de las comedias más irreverentes en la historia del cine. El director Terry Jones (fallecido el 2020), parte de ese glorioso y creativo team bautizado como Monty Phyton, escogió Túnez para filmar la cinta que contaba una historia paralela a la bíblica, usando los mismos sets. Así puede explicarse que la textura de ambas obras sean tan parecidas.
Sin embargo las semejanzas terminan ahí. Mientras la obra del italiano sigue siendo el más importante referente audiovisual para relatar la historia de Cristo, La vida de Brian es hasta el día de hoy considerada como una herejía por muchos. En mi opinión, la verdadera herejía es en no reconocer la brillante apuesta de los Phyton, que valientemente fueron a donde muy pocos artistas se habían atrevido a ir: la sátira religiosa.

La vida de Brian se rodó entre septiembre y noviembre de 1978. La EMI, comprometida a financiar el filme, presupuestado en cuatro millones y medio de dólares, se retiró a última hora después de que grupos religiosos comenzaran una campaña de desprestigio. Sin capital ni estudio que los apoyara, el film quedó a la deriva.
Afortunadamente, el ex Beatle George Harrison y un banquero llamado Dennis O´Brien se interesaron en la película y dieron el apoyo económico necesario a través de una compañía fundada para ese propósito, Handmade Films, que se convertiría en la piedra filosofal del cine británico independiente a lo largo de la década siguiente. Años después le preguntaron a Harrison la razón de su jugada. Su respuesta fue perfecta: “simplemente quería ver la película”.

El film se estrenó en Nueva York el 17 de agosto de 1979 y se transformó en un éxito instantáneo gracias a los fieles seguidores del grupo. Sin embargo también provocó la ira de la iglesia católica que no demoró mucho en tildar a la película como una obra blasfema, lo que la llevó a ser censurada por los países más conservadores. En Chile, bajo el yugo de la dictadura militar de Pinochet, nunca se supo de la existencia de la cinta.
El humor y la sátira, el alma misma de los Phyton, no podían mezclarse con la seriedad del tema religioso. La vida de Brian se atrevió a eso, pero aunque no se entienda así, también lo hizo con bastante tino. La burla no se centra en el personaje de Jesús. Todo gira en torno a un “elegido” paralelo, cuya historia se desarrollaba paralelamente a la del “Rey de Reyes”.

El film se sitúa en el año 33 de nuestra era y nos cuenta la historia de Brian Cohen (Graham Chapman), un judío anónimo que vive, bajo el gobierno de Poncio Pilatos (Michael Palin), junto a su anciana madre (interpretada por nada menos que el propio director Terry Jones).
Brian trabaja como modesto vendedor ambulante en el coliseo local, pero se involucra con miembros del Frente Popular de Judea (ojo, no confundir con el Frente del Pueblo Judío), grupo subversivo que busca liberarse del yugo romano.
Brian participará en un frustrado intento de secuestro de la esposa de Pilatos, para ser capturado, no sin antes ser confundido con el Mesías, convocar involuntariamente a las masas y terminar como todos los redentores de la época, crucificado. En una de las genialidades más grandes del cine, la escena final que es sinónimo de muerte y sufrimiento se desarrolla al compás de la canción “Bright Side of Life”, compuesta por el Phyton Eric Idle.
La vida de Brian es una delicia de principio a fin. Mezcla la sátira con la crítica social, la burocracia, el sectarismo, la política, la discriminación hacia las mujeres, la ética y el fanatismo. Fiel a su filosofía, los viejos y queridos Monty no tienen piedad para burlarse de los símbolos y la ceguera ideológica, que bien puede funcionar en la religión como en la más baja política.
Es difícil no contener la risa ante algunas de los gags más sesudos y ridículos, llevando el estilo Phyton a su máximo esplendor. Entre los más llamativos están el de la lapidación pública, con decenas de mujeres disfrazadas de hombres ya que se les prohibía ser parte de estos “espectaculos callejeros”. O el hilarante e improvisado diálogo sobre un tal Pijus Magnificus. O el desastre organizativo del Frente Popular de Judea.

Solo en una escena aparece la figura de Jesús y es al inicio del film. Mientra predica en un cerro, miles de personas se reúnen para escuchar sus enseñanzas. Sin embargo los que están más atrás, apenas escuchan y mal entienden todo. ¿Puede ser algo más brillante?
La vida de Brian fue la película relacionada con los tiempos del nuevo testamento más censurada en el mundo, hasta que otra obra maestra, La Última Tentación de Cristo de Martín Scorsese le arrebató el puesto.

Esta, la mejor película de los Phyton, es una de esas cintas que hay que ver antes de morir. Agnóstico o religioso, si se tiene amplitud de mente se puede disfrutar de una genialidad artística que ha reflotado en los últimos años gracias al streming. Un panorama ideal para este viernes santo, en donde más que nunca necesitamos ver el lado positivo de la vida.
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