Aftersun: “Si no es allí, será en la cámara de mi cabeza”

¿Qué tan fiables son los recuerdos? ¿Realmente las cosas sucedieron igual que esa película que tenemos armada en la cabeza? La verdad es que los estudios de especialistas indican que no es así. Nuestras memorias no son de fiar y toman un color diferente según la emocionalidad que nos despierte. Lo que sí es claro es que los recuerdos son parte de la arquitectura de nuestra identidad. Eso es, en parte, la premisa que nos entrega Charlotte Welles en su película debut, Aftersun. Un film que a base de grabaciones sueltas recrea unas vacaciones de padre e hija a finales de los 90, un relato teñido de nostalgia, alegría y dolor por partes iguales.

Aftersun, disponible ya en MUBI, es la historia de días aciagos en los que no pasa nada y, al mismo tiempo, sucede todo. Calum (Paul Mescal), y su hija de 11 años, Sophie (Frankie Corio), vacacionan en la costa turca durante una semana de finales de los años 1990, luego se despiden en el aeropuerto y no vuelven a verse. Lo que Welles nos muestra en pantalla, con una precisión y finura que no se condicen con su reducida experiencia como realizadora, son los recuerdos de este viaje, que adelantan un suceso demoledor que golpeará por siempre a Sophie, que ya adulta revisa en su vieja cámara aquellos instantes con su padre, para evitar que se esfumen para siempre.

La cinta juega con la idea del recuerdo plasmado en cámara con aquellos que solo están en la memoria de Sophie. Desde ese punto de vista, la escena más decisiva y que establece el tono del film es aquella en que Calum no deja que su hija capte en su videocámara la respuesta a una pregunta incomoda sobre su infancia. “Si no es allí, será en la cámara de mi cabeza”, se queja la niña, dejando ese momento a la deriva de una memoria inestable y torturadora. La adulta Sophie entiende que la cámara de la cabeza solo ofrece miles de preguntas sin responder, historias llenas de huecos y rellenos para tratar de dar sentido a la historia. 

Además de Calum y Sophie existe un tercer personaje, silente e incorpóreo, pero siempre presente. La depresión es una enfermedad, aún hoy, difícil de entender y aceptar. Principalmente porque no siempre el afectado tiene claro de dónde viene. Tras cada recuerdo y cada momento que Wells reconstruye en su película está la enfermedad, que se denota en conversaciones simples, intrascendentes en el comento que ocurren, pero con repercusiones infinitas a través del tiempo.

¿No te gustaría quedarte aquí para siempre? ¿No te gustaría tener más tiempo? Una foto tomada con una Polaroid, abandonada en una mesa, con una imagen borrosa, pero lo suficientemente distinguible para ver a padre e hija en un momento lleno de risas que no explica lo que vendrá después. Son estas puestas en escena, estas apuestas narrativas, las que elevan a Aftersun a una categoría diferente, destilando al máximo las bondades del séptimo arte, sacándole el jugo al lenguaje audiovisual.

Paul Mescal logró una nominación al Oscar por su papel en esta película, un reconocimiento merecido a una interpretación sutil y potente. A través de gestos, miradas y tonos de voz construye un personaje complejo que va de la luz a la oscuridad de manera imperceptible. Frankie Corio, en tanto, aporta el histrionismo y complicidad adecuada para que la pareja protagónica funcione en pantalla.

Aftersun es un excelente debut para Wells y sin duda una de las películas independientes más emotivas del último lustro, un ejercicio narrativo que parece ser sencillo, pero que implica un nivel de dificultad altísimo en su ejecución al plasmar en pantalla, con rotunda efectividad, aquello que transcurre en la soledad del espacio existente entre el sueño y la vigilia.

Aftersun. Año: 2022. Directora: Charlotte Welles. Elenco: Paul Mescal, Frankie Corio, Celia Rowlson-Hall. Duración: 96 minutos. Distribuidora: MUBI.

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