
Una comedia que hace reír, pero que en el fondo deja un nudo en la garganta. Así se define Denominación de Origen, el falso documental dirigido por Tomás Alzamora, que retrata con humor, tristeza y honestidad brutal la lucha de una pequeña comunidad chilena por ser reconocida. Y no solo por su longaniza, sino por su derecho a existir en un país que parece haber olvidado la idea de “nosotros”.
La película gira en torno a un grupo de habitantes de San Carlos, en la región de Ñuble, quienes emprenden una campaña para obtener la denominación de origen de su longaniza local, después de perder el título ante Chillán. La premisa es absurda, pero su ejecución es desgarradoramente real. Utilizando personas reales en lugar de actores profesionales, Alzamora construye un relato que articula con precisión las tensiones culturales, sociales y emocionales del Chile post-estallido.
Pero lo que está en juego es mucho más que un embutido. En cada escena se filtra una profunda tristeza: la de una sociedad egoísta, individualista, que no logra ponerse de acuerdo ni siquiera en los pequeños gestos. La lucha de los protagonistas por alcanzar algo colectivo está siempre amenazada por el peso de los intereses personales, por la necesidad de destacar, de trascender. En ese intento noble y desinteresado por devolverle dignidad a un territorio, se instala la verdadera tragedia del film.

Lo notable es que Denominación de Origen no cae en la caricatura. El humor está presente, sí, pero como válvula de escape ante lo irremediable. La estructura narrativa es audaz, envolvente, con momentos que enternecen y otros que provocan ira. Como la vida misma. Hay escenas que remecen por lo reconocible: la burocracia, la manipulación mediática, la desesperación de sentirse fuera del mapa.
El final, en particular, es demoledor. Con un plano que arranca risas, pero que también condensa los últimos años de Chile. No hace falta explicar mucho: ahí está todo. La esperanza frustrada, el absurdo institucional, la impotencia de quienes empujan un carro sin ruedas.
A nivel técnico, la propuesta es igualmente cuidada. La fotografía de Sergio Armstrong logra capturar el paisaje de provincia con dignidad y sin folclorismos. El montaje, compartido entre Nicolás Venegas, Valeria Hernández y el propio Alzamora, construye un ritmo natural y eficaz para sostener la ficción documental. La música de Martín Schlotfeldt suma toques emocionales sin subrayar.
Denominación de Origen no es solo una buena película chilena. Es una de las más inteligentes, tristes y necesarias de los últimos años. Un espejo punzante, disfrazado de comedia, sobre una nación que a ratos parece no soportarse a sí misma.

📋 Ficha Técnica
- Título original: Denominación de Origen
- Dirección: Tomás Alzamora
- Guion: Tomás Alzamora, Javier Salinas
- Producción: Equeco
- Fotografía: Sergio Armstrong
- Montaje: Nicolás Venegas, Tomás Alzamora, Valeria Hernández
- Música: Martín Schlotfeldt
- Reparto:
- Luisa Marabolí como Luisa Barrientos
- Roberto Betancourt como DJ Fuego
- Exequías Inostroza
- Alexis Marín
- Duración: 86 minutos
- País: Chile
- Idioma: Español
- Distribuye: Storyboard Media