
Han pasado más de tres décadas desde que Tim Burton nos sorprendió con el estreno de Beetlejuice (1988), una comedia oscura que mezclaba lo macabro con lo extravagante. Ahora, en 2024, el irreverente bioexorcista regresa a la pantalla con Beetlejuice, Beetlejuice, una secuela que, afortunadamente, toma la senda correcta: respeta el legado de la original, expande su universo y evita caer en la trampa de la nostalgia vacía. Este retorno está cargado de expectativas y peligro, pues la delgada línea entre el fan service y una buena película suele ser traicionera.
Beetlejuice, Beetlejuice sigue la historia de Lydia Deetz (Winona Ryder), quien, años después de los eventos de la primera película, enfrenta un conflicto familiar con su hija adolescente, Astrid (Jenna Ortega), que hereda el don de ver fantasmas. Cuando sus vidas se entrelazan nuevamente con Beetlejuice (Michael Keaton), quien busca desesperadamente salir del inframundo, ambas mujeres se verán obligadas a enfrentarse a viejos y nuevos problemas en el mundo de los muertos. Además, Delia Deetz (Catherine O’Hara), madre adoptiva de Lydia, regresa con su excéntrica personalidad, añadiendo una capa extra de caos a la mezcla.
El peso de la nostalgia

El regreso de Burton a esta franquicia plantea un desafío importante: ¿cómo superar una obra de culto sin que se convierta en una mera sombra de lo que fue? En ese sentido, Beetlejuice, Beetlejuice logra sortear este obstáculo con solvencia. Aunque es innegable que la película está dirigida a quienes crecieron viendo la cinta original en televisión y cable, no se apoya excesivamente en la nostalgia. En su lugar, busca expandir el universo que conocimos en 1988, con escenarios nuevos y una trama que no depende completamente de referencias pasadas.
Burton, famoso por su estilo gótico y su humor negro, retoma aquí la esencia que lo catapultó a la fama. Lo visual sigue siendo su punto fuerte, pero esta vez nos ofrece una historia más contenida, sin la sobrecarga de efectos digitales a los que el cine moderno nos tiene acostumbrados. En este sentido, el uso de efectos prácticos, algo cada vez más raro en el cine actual, añade un toque artesanal que recuerda a la época en la que se hizo la primera película.
Michael Keaton: el alma del caos

Sin duda, uno de los puntos más destacados de la secuela es el regreso de Michael Keaton como el estrafalario Beetlejuice. Keaton, que en los últimos años ha revivido su carrera con papeles en películas como Birdman (2014), demuestra aquí por qué es uno de los actores más versátiles de su generación. Beetlejuice sigue siendo ese personaje caótico, impredecible y francamente divertido, pero sin caer en el absurdo. Se nota que Keaton disfruta del papel y, de alguna manera, parece que nunca lo dejó.
Winona Ryder, por su parte, retoma el rol de Lydia, pero en una versión madura, aunque sin perder el toque melancólico que la hizo memorable. La relación madre-hija que ahora se desarrolla con Astrid, interpretada por Jenna Ortega, funciona como un espejo distorsionado de lo que fue Lydia con sus propios padres adoptivos en la primera película. Ortega logra aportar una energía fresca al personaje de Astrid, quien, si bien comparte el don de su madre, tiene su propio conflicto y voz.
Entre los nuevos personajes, destaca el agente policial interpretado por Willem Dafoe. Su papel es breve pero memorable, ofreciendo un toque excéntrico y, al mismo tiempo, inquietante. La inclusión de Monica Bellucci como un interés amoroso para Beetlejuice resulta visualmente interesante, pero su rol no pasa de ser un recurso narrativo para complicar las acciones del protagonista. Su personaje, aunque intrigante, se siente más como una figura decorativa que como una presencia activa en la trama.
Sin embargo, uno de los aspectos más sorprendentes de Beetlejuice, Beetlejuice es su capacidad para mantener el tono “pequeño” y contenido de la original. A pesar de que los medios modernos permiten crear mundos más expansivos, Burton opta por una narración más acotada, centrada en las interacciones de un puñado de personajes en escenarios limitados, lo cual recuerda a lo que hizo de la primera entrega una obra especial.
¿Un regreso triunfal para Burton?

La carrera de Tim Burton ha tenido altibajos en los últimos años, con proyectos que no siempre han logrado capturar la magia de sus primeros trabajos. Películas como Miss Peregrine’s Home for Peculiar Children (2016) y Dumbo (2019) dejaron la sensación de que el director había perdido ese toque único que lo distinguió en las décadas pasadas. Sin embargo, Beetlejuice, Beetlejuice marca un regreso a lo que mejor sabe hacer: crear mundos oscuros pero accesibles, con personajes excéntricos y un humor que no teme ser incómodo.
Aunque no es la mejor película de su carrera, sí es un paso en la dirección correcta. Burton ha demostrado que a veces es necesario volver a las raíces para poder avanzar, y en este caso, su retorno al universo de Beetlejuice es un ejemplo de cómo una secuela puede ofrecer algo nuevo sin traicionar su espíritu original.
Beetlejuice, Beetlejuice es una secuela que evita los errores comunes de los relanzamientos nostálgicos. No es solo un producto para los fanáticos de la original, sino una película que tiene algo nuevo que decir. Tim Burton ha recuperado parte de su magia, y el carismático Michael Keaton demuestra una vez más que Beetlejuice sigue siendo uno de los personajes más memorables de su carrera. Winona Ryder y Jenna Ortega logran una conexión que trasciende generaciones, y la película mantiene ese aire artesanal que tanto caracteriza el universo burtoniano. Si bien no es perfecta, es una película que ofrece diversión, visualmente atractiva y con una trama que, aunque modesta, funciona.
Ficha técnica:
- Título original: Beetlejuice, Beetlejuice
- Director: Tim Burton
- Guion: Tim Burton, Larry Wilson, y Warren Skaaren
- Reparto: Michael Keaton, Winona Ryder, Jenna Ortega, Catherine O’Hara, Willem Dafoe, Monica Bellucci
- Estreno: 2024
- Duración: 120 minutos
- Género: Comedia, Fantasía, Terror