
Stephen King siempre ha tenido la habilidad de crear personajes que permanecen en la memoria: seres complejos, cercanos, que duele despedir. Sus grandes obras —It, Cuenta Conmigo, The Stand— comparten ese sello inconfundible. Reflejar ese estilo y talento es uno de los grandes logros de Camina o Muere, adaptación de una de sus primeras novelas, escrita bajo el seudónimo de Richard Bachman.
Se trata de un relato distópico, crudo e intenso, que va más allá de la resistencia física para adentrarse en la dimensión psicológica de sus protagonistas. Con un fuerte discurso social, dialoga con los tiempos polarizados que vivimos y confirma la vigencia de King como un autor capaz de interpelar tanto al miedo como a la conciencia colectiva.
La historia parte de una premisa brutal. Cincuenta jóvenes son seleccionados para una caminata sin fin. El desafío: mantener un paso constante; detenerse o bajar el ritmo significa recibir advertencias y, al acumular tres, la muerte. Solo uno llegará al final, si es que existe tal final. El “premio” es un deseo cumplido y dinero, pero la verdad es que nada compensa la atrocidad.
La sinopsis oficial resume con precisión: “Cincuenta muchachos inician una marcha implacable. Si se detienen, mueren. Solo el último en pie sobrevivirá. Una competencia cruel que convierte el sufrimiento en espectáculo”.
Desde el inicio, Francis Lawrence —conocido por Soy leyenda y la saga Los juegos del hambre— muestra su oficio en narrar distopías visualmente atractivas, pero con fondo sombrío. Aquí evita la grandilocuencia y se concentra en los cuerpos agotados, en las conversaciones que revelan humanidad frente al absurdo.
Uno de los grandes aciertos de la película es reflejar que el libre albedrío no existe en este universo. Los jóvenes no eligieron participar; son piezas de un experimento autoritario que usa la violencia como entretenimiento masivo. Cientos presencian en vivo la marcha, millones la siguen por pantallas, confirmando que la deshumanización ya es parte de nuestra vida cotidiana: pan y circo en versión digital.
La cámara de Jo Willems acompaña cada paso con pulso firme. La tensión se siente en cada kilómetro, en cada caída. La marcha avanza tanto en el terreno físico como en lo emocional: esperanza, miedo, desesperación. El guion de JT Mollner actualiza la novela escrita hace más de 45 años con guiños a nuestra época: populismo, espectáculo, redes sociales y un poder que se disfraza de tradición.

El corazón del film son Raymond Garraty y Peter McVries. Cooper Hoffman encarna a Garraty con una mezcla de vulnerabilidad y resistencia; David Jonsson da vida a McVries con un carisma que equilibra la tragedia con lucidez. Ambos sostienen el peso dramático gracias a una química evidente, que convierte sus diálogos en el respiro dentro de la pesadilla.
Cada muerte en la caminata duele. No hay personajes desechables, aunque algunos sean más irritantes que otros. Esa es la marca de King: incluso los más secundarios importan. Después de la primera baja, Garraty murmura: “Espero que sea más fácil más adelante”. McVries responde: “Eso me temo”. Esa línea, sencilla y devastadora, sintetiza lo que vendrá: la normalización del horror.
Mark Hamill, por su parte, interpreta al Comandante que supervisa la marcha. Su figura, entre caricatura y dictador, recuerda demasiado a líderes populistas que alcanzan poder con clichés y desprecio. Su presencia maligna intensifica la sensación de que todo es un ritual perverso avalado por el Estado.
Lo que hace poderosa a Camina o Muere no es solo su premisa, sino cómo conecta con nuestra realidad. El espectáculo permanente, el voyeurismo disfrazado de entretenimiento, la crueldad legitimada como normalidad. Ver a cincuenta jóvenes marchar hasta morir es perturbador; pero más perturbador es que la multitud lo celebre.
Lawrence dirige con pericia, manteniendo la crudeza sin caer en la explotación del sufrimiento. La violencia no es decorado, es denuncia. Y el guion rescata lo mejor de la novela: un final que, lejos de resolver, nos obliga a reflexionar.
Camina o Muere se sostiene en la fuerza de sus personajes, en la crítica social y en la capacidad de King de crear mundos donde lo monstruoso no necesita seres sobrenaturales: basta la condición humana. Es una película que duele, incomoda y, precisamente por eso, importa. Con dirección adecuada, incluso las obras menos conocidas del escritor se transforman en cine de alto impacto.
Ficha técnica
- Título original: The Long Walk
- Título en español: Camina o Muere
- Director: Francis Lawrence
- Guion: J. T. Mollner, basado en la novela de Stephen King (como Richard Bachman)
- Reparto: Cooper Hoffman (Raymond Garraty), David Jonsson (Peter McVries), Charlie Plummer, Tut Nyuot, Ben Wang, Roman Griffin Davis, Judy Greer, Mark Hamill
- Música: Jeremiah Fraites
- Fotografía: Jo Willems
- Duración: 108 minutos
- País: Estados Unidos