
La Hora de la Desaparición (Weapons, en su título original), dirigida por Zach Cregger, irrumpe en la cartelera de 2025 como uno de los estrenos más llamativos del período. No solo por la expectativa generada tras el éxito de Barbarian —su anterior película—, sino también porque en un panorama saturado de secuelas y fórmulas repetidas, se atreve a ofrecer un relato original que compite de igual a igual con los grandes blockbusters.
La premisa es tan inquietante como precisa: a las 2:17 a.m., diecisiete niños desaparecen simultáneamente de su sala de clases, quedando solo uno con vida. En torno a ese misterio se articula un guion que mezcla lo paranormal con un retrato social cargado de tensiones familiares y comunitarias. Justine Gandy (Julia Garner), profesora que lidia con pesadillas y un progresivo deterioro emocional, encarna el dolor íntimo de la pérdida. A su alrededor orbitan Archer Graff (Josh Brolin), padre en duelo marcado por la rabia, y Paul Morgan (Alden Ehrenreich), un policía asediado por sus propios demonios. Benedict Wong y Amy Madigan completan un reparto coral en el que cada pieza refleja un costado distinto del miedo colectivo.
La atmósfera visual es una de las virtudes más notorias: los tonos sombríos de la fotografía de Larkin Seiple y el tempo narrativo recuerdan, en ocasiones, a Prisioneros de Denis Villeneuve, influencia reconocida por el propio Cregger. A ello se suma la ambición coral del relato, cercana a la fragmentación de Magnolia, donde las historias individuales van convergiendo en un tejido común de dolor y desconcierto.

El filme apuesta por un terror distinto, alejado de criaturas clásicas o asesinos enmascarados. Aquí, la amenaza proviene de fuerzas invisibles, quizá paranormales, que erosionan la conciencia y ponen en duda el control sobre uno mismo. En ese sentido, funciona como alegoría contemporánea: una fábula sobre la manipulación social, el poder de las redes y la pérdida de identidad frente a un influjo colectivo que consume.
Sin embargo, hay un punto que descoloca y genera fricción. Por momentos, el relato cambia de registro y el horror se desliza hacia lo absurdo. Secuencias que deberían intensificar la angustia se transforman en escenas con un aire casi cómico, evocando involuntariamente a persecuciones al estilo de Benny Hill. Ese quiebre tonal, que aparece de manera abrupta, debilita la tensión acumulada y deja la sensación de estar frente a un híbrido que no siempre encuentra equilibrio. Del mismo modo, algunos tramos prolongados dedicados a personajes secundarios parecen más un desvío que un aporte real al desarrollo dramático.
Pese a esas irregularidades, La Hora de la Desaparición se sostiene como un film atractivo e inquietante, capaz de mantener la curiosidad del espectador. Su fuerza radica en la originalidad del planteamiento, en la densidad de su atmósfera y en el arrojo de un director que no teme subvertir expectativas, incluso al precio de bordear lo ridículo. En un año marcado por propuestas conservadoras, su irrupción refresca el género y confirma que el terror puede ser terreno fértil para lo inesperado.

Ficha técnica
Título original: Weapons
Director / Guionista / Productor / Co-compositor: Zach Cregger
Reparto principal:
- Josh Brolin como Archer Graff
- Julia Garner como Justine Gandy
- Alden Ehrenreich como Paul Morgan
- Cary Christopher como Alex Lilly
- Benedict Wong como director de la escuela
- Amy Madigan como Gladys Lilly
Música: Ryan Holladay, Hays Holladay, Zach Cregger
Fotografía: Larkin Seiple
Edición: Joe Murphy
Duración: 128 minutos
País: Estados Unidos
Idiomas: inglés
Estudio / Distribución: New Line Cinema / Warner Bros. Pictures