
La Halloween de John Carpenter es el santo grial de las slasher movies, un sub género del terror que tuve su mayor auge en los años 80 y que fue ampliamente homenajeado por Kevin Williamson y Wes Craven en Scream a finales de los 90. Pero todo comenzó el lejano 1978 cuando Michael Mayers, la encarnación de la maldad, atacó un pequeño suburbio de Estados Unidos para generar una matanza en la que la única sobreviviente fue Laurie Strode, el papel que lanzó a la fama a Jamie Lee Curtis.
Muchos años y muchas secuelas después, la productora de Jason Blum, la ahora celebre Blumhouse, nos trae una película que se olvida de todo lo que ocurrió después de la original, incluso el film que ya había resucitado a la franquicia el año 1998. Nada de eso pasó y la Halloween del 2018 se enfoca en replicar el sentimiento de angustia, la sensación de inseguridad y la noción del mal desatado que retrató Carpenter hace cuatro décadas.
Y la apuesta funciona. Dirigida por David Gordon Green, esta nueva noche de brujas es un correcto y entretenido homenaje a la original. Es una película espejo, que sigue al pie de la letra todas las reglas del universo Halloween, aquellas que a las nuevas generaciones le parecen tan evidentes, que tuvieron su génesis con el inicio de esta saga.

La vuelta de tuerca viene desde un punto de vista muy asociado a la cuarta ola feminista. Cuarenta años después Lauire Strode, la final girl original, no esperará de brazos cruzados la llegada de su némesis.
El fanatismo y el respeto por el material original se puede apreciar en cada plano, en la tonalidad de la cinta, en la recreación de la atmósfera Haddonfield, el pequeño pueblo que una vez más recibe la visita indeseada de Myers, que es interpretado por el mismo actor que lo encarnó originalmente en 1978. En ese aspecto, hay muy poco que criticar al trabajo de Gordon Green.
Y su principal mérito se transforma en su principal problema. Al ser un tributo tan cuidado, el film no innova en nada. No hay una mano de autor, una modernización del mito, un giro de tuerca que de un nuevo impulso al sub género, como si lo hizo el director Steve Miner y el guionista Kevin Williamson hace veinte años, con la Halloween H20 (que se lee como Halloween 20 años después). Esa película también era un homenaje, pero no del plano a plano como lo que hace Gordon Green, sino que un esfuerzo por dar un paso más allá usando las reglas del juego creada por otro. En esta versión, la regla no se quebranta jamás y se transforma en una copia al calco de una obra que es, a estas alturas, insuperable.

En definitiva, Halloween 2018 es un gran homenaje a una de las sagas que más importantes del horror y que se olvidó de la fórmula establecida de cómo asustar al espectador. Irónicamente, lo hace siguiendo la fórmula que John Carpenter consideró obsoleta hace mucho tiempo y que se ha negado a repetir.
Un dato final: Carpenter se está dedicando a la música y aceptó ser el encargado de la banda sonora de esta secuela. Y lo hace de manera brillante.

[…] 2018 se estrenó una nueva secuela de Halloween, dirigida por David Gordon Green que era un homenaje/copia de la cinta original dirigida por John […]
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[…] en un comienzo pareció prometedor, el reinicio de Halloween, tomando como base única la película original del gran John Carpenter, fue decayendo hasta […]
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